Entrenamiento, estrés y adaptación

Llegar a conseguir determinadas adaptaciones (más adelante propondremos una definición de este término tan utilizado) requiere de un tiempo mínimo de repetición de un tipo de carga (podemos decir que de diferentes tipos de cargas o estímulos), que paulatinamente irán provocando un determinado impacto (primero en su respuesta aguda: in situ y luego con su respuesta crónica: a largo plazo) en el organismo.  Es claro que para poder percibir dicho aumento en el potencial de trabajo es indispensable lograr adherencia  al programa de entrenamiento, ya que solo con la justa  sistematicidad se puede alcanzar un resultado (en este caso haciendo referencia a la adaptación) que vas más allá del obtenido en un entrenamiento aislado, y que en el largo plazo conducirá al aumento de su performance.

Para comenzar a introducirnos en el tópico propongo un repaso por la TEORIA DEL STRESS o también conocido como SINDROME GENERAL DE ADAPTACION de Hans Selye (Figura 1).

Se entiende por adaptación al cambio de los sistemas funcionales físicos y psíquicos a un nivel mayor de rendimiento, que se produce bajo influencia de cargas externas y como reacción frente a condiciones externas específicas (Arjona, 2012).

La adaptación funcional se logra como consecuencia de la asimilación de estímulos sucesivos y crecientes. Es decir que logramos obtener un aumento en nuestro potencial de trabajo al cabo de un cierto tiempo de repetir una determinada carga que siguiendo una secuencia lógica tendrá un aumento paulatino en volumen, intensidad y frecuencia. Como también un tiempo de recuperación adecuando, que nos permita volver a repetir este u otro estimulo.

Figura 1. Síndrome general de Adaptación (SGA) de Hans Selye.
Figura 1. Síndrome general de Adaptación (SGA) de Hans Selye.

 

El nivel de estrés producido por una determinada dosis de ejercicio puede ser notablemente beneficioso y conducir al deportista (como aquel sujeto activo que práctica) al éxito, como también puede impactar en forma negativa  sobre el mismo.  Vale aclarar que en ambos casos la repetición en el tiempo (es decir en su respuesta crónica y no aguda) de tales escenarios son los que conducirán a un u otro puerto.

El fenómeno de la adaptación hace referencia a la capacidad del organismo de ajustarse, acomodarse y re armonizarse (recuperarse) luego de recibir el impacto de una determinada carga o dosis de ejercicio que debe completar (o al menos internarlo, ya que puede suceder que no tengas los suficientes recursos para hacerlo). Cuando salimos del estado de reposo, por ejemplo al levantarnos por la mañana, estamos rompiendo un estado de equilibrio interno o también conocido como homeostasis  en donde todas las funciones del organismo se encuentran reguladas en función de las demandas. Pero como “estamos adaptados” (acostumbrados) y no estamos afrontando ningún periodo de enfermedad (sujetos sanos) rápidamente podemos acomodarnos a la nueva situación y seguir adelante con la tarea que nos toque. Estamos continuamente atravesando periodos de equilibrio y desequilibrio y dependerá del entrenamiento que tenga nuestro organismo para reponerse y volver a la tarea con más fuerzas gracias a un mayor potencial adquirido (en el periodo de  recuperación).

 Carga-Estres-Respuesta

Carga, estrés y respuesta son elementos que conforman un engranaje en continua relación. Es claro que son interdependientes ya que en función de la magnitud de la carga será el grado de estrés producido sobre el organismo y la respuesta generada.

Los procesos de adaptación que se van desarrollando en un deportista son dependientes del tiempo en que fueron estimulados ciertos sistemas. Como una primera respuesta aguda se van a generar ciertos cambios (intensificación en la actividad cardiovascular, aumento de las concentración de metabolitos, etc) y a lo largo del tiempo en su repuesta crónica otros (cambios estructurales y funcionales en el organismo).

Conclusión:

Es tarea vital del entrenador la de encontrar los mecanismos más adecuado que le permitan dosificar la carga o dosis de entrenamiento justa (o al menos la más exacta, esto dicho en función de los medios tecnológicos con lo que se cuente) pues si esta no supone un mínimo grado de estrés ninguna nueva adaptación se producirá, y por el contrario si esta carga sobrepasa las posibilidades de ejecución el estímulo en vez de ser beneficioso será dañino. El principio deportivo de sobrecarga es otro eslabón importante en esta cadena, pues  no se puede estar continuamente tolerando cargas de elevada magnitud que dificulten el proceso de recupero y provoquen una acumulación de fatiga que se transforme en un síndrome irreversible.  Vale aclarar que la “aparición de la fatiga es necesaria” durante el entrenamiento para poder lograr respuestas orgánicas de adaptación al esfuerzo, siempre que no conduzcan al agotamiento de manera permanente. La fatiga no es perjudicial cuando aparece por causas justificadas y se manifiesta con carácter transitorio e irreversible.

Referencias:

Algarra , J. y Gorrotxategi A.(2012). El Entrenamiento en el Ciclismo de Ruta. Ed. Biocorp Europa S.L

Allen, H y Cheung, A. Ciclismo entrenamiento avanzado. Editorial Tutor, 2013

Arjona, F. Ejercicio, estrés y adaptación. Curso de entrenamiento en poblaciones infantiles. G-se, 2011.

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